Hace un par de días planteé la contradicción que se nos aparece cuando juntamos la declaración de El Zorro de El Principito y la de Jeremías, el profeta judío del siglo VII aEC. (Ver)
El primero dice que sólo se puede ver bien con el corazón. Que las cosas de verdadera importancia sólo son visibles con el corazón, no con los ojos. Y en vista de la evidencia, tomamos esa idea como verdad.
El segundo dijo que el corazón es traicionero. Demostramos también la veracidad de esa declaración.
¿Es posible que ambas sentencias sean ciertas? ¿Cómo pueden ser verdad dos ideas tan dispares?
Pueden ser verdaderas las dos por una razón muy sencilla: No son ideas dispares, sino complementarias. ¿Puedo mostrarles por qué?
El corazón es capaz de percibir realidades que los ojos no pueden ver: La sinceridad, la ternura, la injusticia, el celo, la devoción, el amor. Obvio, el corazón se sirve de los sentidos, entre ellos la vista, para llegar a esas conclusiones, para obtener esa información no superficial.
Esta capacidad, sin embargo, no lo libra de un tremendo defecto: El corazón es traicionero. Es decir, de pronto -impredecible como un niño taimado- nos empuja a hacer lo que hasta hace poco consideraba indeseable, inaceptable o simplemente carente de todo interés. Repentinamente descubrimos que ya no la amamos, o de súbito encontramos que queremos a otra persona por pareja, o que la religión que seguíamos no nos interesa ya, o que el ateísmo que defendíamos con tanto orgullo no nos produce la fascinación que ahora nos produce la devoción. ¿Qué demonios nos pasa en esos momentos?
... Nuestro corazón "nos traicionó".
Eso no significa necesariamente que el corazón se haya equivocado. Lo que ocurre es que nuestros sentimientos cambiaron y el corazón no se tomó la molestia de avisarnos cuando el proceso de cambio comenzó, a tiempo para hacer algo al respecto. Nos encontramos con el cuadro ya formado de forma imprevista. Es como haberle ocultado a tu madre las malas notas del colegio todo el año... y dejar que se entere de que repetimos de curso sólo en la última reunión de apoderados. Esa es la traición del corazón: No avisarnos a tiempo para permitirnos moldear nuestros sentimientos.
Por lo tanto, ambas declaraciones son ciertas. El corazón es un instrumento increíblemente sensible que capta lo que los ojos, el oído, el tacto, el gusto, el olfato y la mismísima razón no percibieron por sí solas. Fue el corazón el que sumó la sonrisa, el tono de voz, el aroma a rosas, y las palabras inteligentes y las transformó en un sentimiento hacia esa persona. Los sentidos y la razón hicieron lo suyo, pero en su propio reducido ámbito: Captaron un pedazo de información, nada más. Fue el corazón el que sumó esos factores y produjo un cuadro completo. Y no nos avisó, no se lo comunicó a la razón, sino hasta que el sentimiento era demasiado fuerte como para ignorarlo, contrarrestarlo o combatirlo. ¡Maldito corazón traicionero!
Quiero dejar claro que ese sentimiento puede ser correcto (amar a la madre) o incorrecto (odiar al hermano). La naturaleza del sentimiento no es la base que tenemos para llamar traicionero al corazón. Es el hecho de no habernos advertido de la "bomba de tiempo" que estaba armándose en nuestro interior: El sentimiento que afloraría irremediablemente después.
El tío Jeremías dijo que el corazón era desesperado. Creo que se refería a que una vez que ha formado y consolidado un sentimiento insiste en afirmar que no seremos felices si no obedecemos lo que ese sentimiento nos dicta. Es decir, nos desesperamos por cumplir los deseos que ese nuevo sentimiento nos produce. "Sin ella no soy feliz", "Moriría sin ti", "si me quedo viviendo en esta casa con mi esposa y mis hijos, no seré feliz. Tengo que irme con [Agregue aquí el nombre de la futura pareja]"
Es desesperado al dar a un sentimiento la condición de fuente de la felicidad. En eso, el 99.999% de las veces se equivoca.
Me he extendido demasiado. Creo que con esto que se ha dicho se hace un poco más fácil, no sólo entender cómo dos ideas aparentemente en conflicto pueden ser ciertas al mismo tiempo, sino -más importante y práctico- cómo ver y qué tratamiento dar a lo que el corazón nos dicta. Me extenderé en esto último en una próxima ocasión.
Somos seres muy complejos los humanos.
Toda la razón en lo que has escrito, compadre. Concuerdo que ambas, "teorías" son correctas y a la vez se complementan. Es decir, lo del "Zorro", sobre que el corazón es capaz de ver lo que ni con nuestros propios ojos podemos ver. Pero el corazón, se nutre de otro tipo de fuentes, como los sentidos, por ejemplo.
ResponderBorrarA su vez, sobre lo que dice Jeremías, el corazón es traicionero. Es como si para el corazón, fuéramos muñecos. Juega con nosotros, con lo que sentimos, etc. Y además se da el lujo, de hacer un cambio de planes sin previo aviso. Lo que a su vez, nos trae una serie de complicaciones/problemas/conflictos, internos o con las demás personas.
Creo que el corazón es desesperado ya que tiene que estar siempre reafirmando su teoría de lo que quiere y/o desea.
La felicidad es un estado de éxtasis muy efímero. Nunca estaremos -siempre- en ese estado. Son tan sólo, momentos.
Muy buen post, compadre ;) Me gustó mucho!
Gracias, estimadísimo compañero, por su comentario. Resumes tan bien lo que intenté decir que empiezo a creer que parece que tal vez en una de esas me expliqué bien :)
ResponderBorrarLa "felicidad" es un tema complejo… escribiré mi percepción del asunto alguna vez en el futuro, pues tu comentario me ha puesto a repensar el tema.