domingo, 25 de julio de 2010

Sólo quiero decir sólo, pero nunca solo

Es un viejo tópico decir que los extremos son malos. Y como en todo tópico, las palabras que lo componen pierden fuerza de tan repetidas. Por eso me detengo a pensar en lo cierta que es esta oración. Por eso creo que merece algunas líneas.

"No es bueno que el hombre continúe solo"

Estas palabras son -según algunos- casi tan antiguas como la humanidad. La evidencia arqueológica al menos nos dice que fueron escritas unos 1.500 años antes de la era cristiana, aunque no elimina -claro está- la posibilidad de que hayan sido pasadas oralmente generación tras generación hasta el día en que se escribieron. No importa. El punto es que señalan a un extremo que el hombre no puede soportar: Estar solo demasiado tiempo.

Por otro lado hay quienes creen que no pueden estar solos. Que el más mínimo momento de soledad los matará. Esto, si lo pensamos bien, no es lo mismo que lo expresado hace miles de años y citado más arriba. Una cosa es decir que la soledad tiene un límite, más allá del cual "no es bueno" estar, y otra cosa es afirmar que la compañía es imprescindible en todo momento. La primera opción admite que la soledad fue buena para el hombre por un tiempo. No era malo que haya estado solo. Era malo que continuara solo.

A pesar de esto son (¿somos?) muchos los que huyen de la soledad, como si esta entrañara el más temible de los horrores, como si en ella habitaran los fantasmas más tenebrosos imaginables. Hasta hace algún tiempo, este deseo extremo de no querer jamás estar solo se satisfacía visitando a los vecinos, haciendo cualquier cosa con tal de conservar una relación de pareja, por disfuncional que fuera, etc. Me atrevo a decir que es de hecho una importante razón para no decir a nuestro cónyuge que tenemos una aventura extramarital: No queremos estar solos.

Hoy, sin embargo, la tecnología ha entrado en la arena. ¿No es acaso posible que muchos de nosotros pasemos tanto tiempo en redes sociales de Internet sólo para huir de la soledad y no darle ni el más mínimo espacio? ¿Cuán lejos estamos dispuestos a ir en este extremismo?

Aclaro: No digo que juntarse con los vecinos, luchar por una buena relación de pareja, o pasar tiempo en las redes sociales sea en sí mismo síntoma de desequilibrio. Para nada. Lo que sí digo es que el terror a la soledad bien pudiera ser el factor que nos empuje a hacer esas cosas, en lugar de un motivo más elevado.

La soledad, en su justa medida, es buena.

Recordemos que todos los extremos son malos. ¿Estás dispuesto a mentir para no estar solo? Una vez más diré: ¿Hasta dónde serías capaz de llegar para no sentirte solo jamás?

Somos complejos los humanos

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