domingo, 5 de septiembre de 2010

Guerra civil fría... y en Chile

Hace unos días (no muchos) salí con unos amigos. Anduvimos en el metro, en diferentes partes de Santiago, en calles, tiendas y parques. Fue un día grato. De verdad. Reveló, sin embargo, algo que ya hace tiempo percibo. Y es muy triste.

Estamos en guerra. Y no una guerra cualquiera: Es una guerra civil. Tampoco es cualquier guerra civil: es una guerra civil fría. No hay batallones ni batallas con nombres. Nada es oficial. Todo es como a escondidas, refutable. Todo lo que ocurre parece poco evidente, y se puede desmentir. A menos que nos fijemos con atención y sin prejuicios.

Mis amigos son de La Pintana. Nacieron allí, se criaron allí. Hablan con el acento típico de esa zona. Hasta cierto punto, se visten de un modo peculiar de su barrio, aunque no muy marcadamente. Bromean y juegan de la forma que es común en donde crecieron. O sea, en estas cosas son diferentes a como sería alguien criado en Providencia, o en Ñuñoa.

Estos son los factores que hicieron que en una exposición fotográfica en el Metro un guardia se les acercara y los vigilara de modo especial. Lo mismo ocurrió en el Patio Bellavista. Y aún peor fue lo sucedido en una tienda a la que entramos a comprar.

Los que atendían la tienda rápidamente levantaron la mirada cuando percibieron el acento con el que se hablaron mis amigos entre ellos. Luego, los que atendían la tienda se intercambiaron miradas de preocupación. El que estaba frente a mí volvió a mirar a mis amigos con una expresión que era mezcla de miedo y desprecio. De ira y de frustración. Entonces notó que yo lo estaba observando. Y me dijo "¿Andan con usted?" Mi respuesta fue "Sí, ¿por qué?". Aunque conocía la respuesta, quería oírla. Sin embargo, la expresión del rostro del hombre que me hablaba cambió nuevamente: Ahora estaba sorprendido, me atrevo a decir avergonzado. Y me dijo como apresurado: "No, es que, este ... para atenderlos, como apuntaban ahí"...

Yo no nací en La Pintana. Nací en Ñuñoa, me crié en Providencia. He viajado a otros países, y hablo otros idiomas. Mi acento es "de gente decente". Por algo tranquilizó al tendero saber que esos "flaites" andaban conmigo. (Pongo entre comillas los términos que creo están equivocados, pero pasan por la mente de la mayoría)

Desde mi posición, francamente entiendo a ambos grupos. He vivido en barrios pobres, de hecho he vivido en La Pintana, y conozco esa realidad mucho mejor de lo que aquí puedo expresar. Por otro lado, me pongo en los zapatos del tendero: He tenido negocio, y una vez fui asaltado por personas jóvenes que hablaban con un acento similar al de mis amigos.

La reflexión a la que invito se explica más fácilmente si llevamos la situación al extranjero. No son pocos los españoles que han sido asaltados por chilenos que van a España precisamente a eso: A robar. De hecho en Europa hay quienes usan el término "chilenos" para referirse a los ladrones (lanzas, diríamos en Chile) que suelen estar en los centros turísticos.

Ahora pregunto: ¿Te gustaría ir a Europa y que la gente te mire con miedo y desprecio cada vez que hablas? Ellos justificarán su actitud, si se les enfrenta, diciendo que es así como hablaba la persona que los asaltó el año pasado. Tú comprenderás que eso es injusto, porque tú no tienes la culpa de tener el mismo acento que unos delincuentes que no están relacionados contigo excepto por haber nacido y haberse criado relativamente cerca. ¿Y quién tiene razón?

Hace algún tiempo una australiana de visita en Santiago filmó el momento en el que transeúntes atrapaban a un delincuente. Al ser entrevistada por la televisión chilena, la muchacha no se mostró sorprendida por la existencia de delincuentes. Lo que comentó muy impactada fue la golpiza salvaje que la gente le dio al delincuente cuando ya estaba reducido, atrapado, inmovilizado. Golpes de puño y de pie. Completamente innecesarios, si el hombre ya estaba reducido e inmovilizado.

¿Por qué la multitud golpeó así a una persona ya inmovilizada? Porque afloró todo el miedo y el desprecio que tienen guardados. La misma mezcla que leí en el rostro del tendero que miraba a mis amigos: Horror e ira. Desprecio y miedo.

Hemos inventado una norma de hablar, conducirnos y vestir que "nos sirve" para diferenciar a los buenos de los malos. Nuestra cabecita queda más tranquila, al parecer, cuando cree que puede distinguir al que nos hará daño con sólo mirarlo u oírlo. Se nos pasa un poco el miedo cuando creemos eso. Aunque persiste la ira: Y la dirigimos contra todo aquel que -según esa norma que hemos creado- es malo. A esa gente mala le llamamos "flaites".

El problema es que si tú vistes con ropa ancha y escuchas reguetón (sé que no lo escriben así, pero me da lo mismo) sin audífonos en el bus, muchos te catalogarán de "flaite". Y aunque nunca en tu vida hayas robado, inmediatamente al caer en la categoría de "flaite" para muchos (casi todos) te has convertido en ladrón, abusivo, "lanza", y todo lo que se odia y desprecia. Y si se da la ocasión, todo el odio y desprecio acumulado por la gente se volcará en tu contra. No está lejos el día cuando un grupo de "gente normal" encontrará una excusa y golpeará a un "flaite", aunque no sea más que un chico al que se le ocurrió vestirse con ropa ancha y escuchar reguetón. No será necesario que delinca delante de todos, como en el caso que grabó la australiana. Sus antecedentes penales se dan por sentado debido a que cumple con las características de "flaite".

Parezco exagerado para algunos, muy probablemente. Pero te invito a pensar en qué es lo que sientes cada vez que te encuentras con alguien así en el transporte público, o en la calle o en el centro comercial. ¿No lo evitas, acaso, por temor a ser asaltado?

Recuerda que mis amigos visten, se comportan y hablan como lo hacen porque eso es lo normal para ellos. No le ven ninguna relación a su acento con delinquir. De hecho, no son delincuentes. Los conozco. Tal como tú también tienes un acento al hablar, que no lo decidiste, sino que se fue formando inevitablemente debido al ambiente donde creciste y te desarrollaste.

La Guerra Civil Fría de Chile comenzó hace mucho. Espero que no llegue a estallidos de violencia masivos. Aunque creo que me equivoco, y sí sucederán. Vimos un ejemplo de eso en los vecinos que en algunas partes de Chile se organizaban con palos y armas de fuego en mano para esperar a la hordas de "flaites" que los vendrían a asaltar tras el terremoto del 27 de febrero. Lo cierto es que Carabineros en Santiago, al menos, aseguró que ninguno de los llamados que recibieron denunciando multitudes haciendo saqueos en Santiago resultó ser cierto. Las "hordas de flaites" asolando la ciudad y las casas de la "gente decente" estaban en la imaginación.

Podría seguir dando más datos y visiones del tema, pero me extendería demasiado. Quiero dejar planteado el tema y dejar material para más adelante.

Siéntanse libres de comentar, debatir, rebatir (con respeto, como he intentado que sea este escrito).

A todo esto, lo que vivimos con mis amigos se parece bastante a lo que se ve en este vídeo. Cambian algunos personajes, pero en el fondo la discriminación es igual de absurda

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Algo que decir?