sábado, 13 de noviembre de 2010

No soy cardiólogo pero hablaré del corazón

"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos" (El Zorro hablando al Principito en El Principito de Antoine Saint-Exupéry)

Esta famosa sentencia expresa muy bien una verdad que muchos hemos sentido y palpado: Hay cosas que sólo el corazón puede entender. Muchos enamorados concordarán con esta idea y la celebrarán pensando en su otra mitad... lo cierto es que —aunque no lo descarta— el contexto de estas palabras que el Zorro dirige al Principito muestra claramente que él no hablaba sólo de amor de pareja, sino de algo mucho más abarcador: De la vida en general. Muchas veces me he encontrado con este tipo de cosas en el camino... No las he podido ver con los ojos, pero las he visto con el corazón.

Por lo tanto, no trepido en decir que esta idea es cierta.

Sin embargo, he comprobado dolorosamente también —y supongo que no soy el único— la veracidad de otra famosa declaración. Menos literaria, menos poética, menos artística... pero no menos cierta:

"El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?" (Jeremías, profeta judío del siglo VII aEC)

Millones de divorcios, rupturas, peleas, quiebras financieras, etc. a lo largo de la historia y hasta hoy mismo, mientras escribo (y mientras lees) demuestran la veracidad de esta sentencia también. ¿Cuántas veces no hemos creído sentir algo y al tiempo después vemos que ese sentimiento no era tan permanente como creíamos? "Creo que me dejé llevar... en verdad, nunca la amé", "es que era tan linda, que no pude resistirme", "la posibilidad era muy tentadora, y ahora estoy pagando las consecuencias..." ¿Suenan familiares esas frases? ¿Y qué me dicen de esta? "No, es que en ese tiempo yo era un niño chico.. eso no era amor ¡Pero ahora es diferente! Esto sí que es amor!"... ¿De verdad? ¿Cómo lo sabes?

Lo siento, el corazón es traicionero. Esta idea, me temo, también es verdad.

¿Cómo conciliamos entonces estas dos "verdades" aparentemente antagónicas y contrapuestas? ¿Es traicionero el corazón? Si es así ¿cómo es posible que sólo con él se pueda ver bien? Dicho de otra forma: ¿Le hago caso a todo lo que me dicta el corazón? ¿Confío en él? ¿O debiese verlo como un traicionero, y por lo tanto desconfiar de cada cosa que me "diga" o "dicte"? ("¿Me la juego con ella o no me la juego? Mi corazón me dice que sí... ¿confío en él, que es lo que parece sugerir el Zorro al Principito? ¿O desconfío de él, que es lo que objetivamente me dice Jeremías?")

No contestaré esta pregunta. No hoy. No creo tener la respuesta del todo clara. O quizás la tengo, pero también tengo sueño, no lo sé.

Somos complejos los humanos.


_____

Respondí (o creo haber respondido) esta cuestión en mi siguiente entrada

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¿Algo que decir?